Pensamientos sobre la jerga en un idioma extranjero

La jerga me interesa porque pertenece a un punto del aprendizaje de idiomas: a menudo funciona como divisor entre los hablantes nativos y los estudiantes de un idioma. La verdad es que la jerga es cosa sabida para los que hablan un idioma desde la cuna, y requiere de una cierta soltura en el habla que no se ve frecuentemente entre los que hablan el idioma al nivel de un estudiante —el llamado L2 learner.

Por eso, lo que me llama la atención sobre la jerga es cómo se utiliza, cómo se despliega en un determinado contexto, y cuáles son las personas que la utilizan en este contexto. Pero lo que me parece aún más interesante, según el caso, es cuando se le ve a un mero estudiante del idioma en un contexto en que la utiliza y especialmente cuando este estudiante se las arregla para conseguir fluidez y despreocupación. Hablar el idioma todo el rato así puede llegar a ser impresionante.

Esto me lleva a la cuestión que me fascina, principalmente como parte de mi ascenso de la gran montaña de aprendizaje: ¿Cuáles son los límites del aprendizaje de quien habla el idioma como estudiante  —es decir, como segundo idioma?

Se debe aclarar, primero, que llegar a hablar la jerga de un idioma como hablante nativo no es tan espectacular como parece. Lo que implica es un talento para la mimetización y un nivel bastante avanzado en el aspecto informal del idioma, pero aun así solo hasta cierto punto; a medida que aumenta el vocabulario de un estudiante y se vuelve cada vez más avanzado, se hace más difícil juzgar espontáneamente cuán avanzado es este estudiante. En otras palabras: después de cierto punto, el rendimiento en el habla de todo estudiante depende más de los rasgos de personalidad y de los talentos no lingüísticos que de su aprendizaje.

Aparte de lo que implica el rendimiento en el habla, la cuestión se pone más interesante aún: ¿Si dejamos de un lado los talentos mencionados, existe un límite en el aprendizaje de un idioma? ¿Puede llegar uno a rendir más o menos lo mismo que un hablante criado y educado en el idioma desde la cuna?

Seguro que en cierto sentido es bastante factible, porque los límites del vocabulario son teóricamente infinitos. A mi juicio, lo que realmente tiene límites es el desenvolverse en el idioma en un contexto determinado por el tiempo, como es el caso con el habla. De ahí surgen los talentos que no son lingüísticos, y que suponen algo de ingenio y de mimetización, como se ha dicho.

Con todo y eso y pensando en todo lo anterior, tiendo a creer que los límites en tres de las habilidades que implica un idioma son más o menos infinitas: la comprensión auditiva y lectora, y la expresión escrita. En la última —la expresión oral— hace falta lo que se ha mencionado, así como un poco de suerte en un momento dado. Y el duro trabajo de practicar nunca le ha hecho daño a nadie.